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Aun desde donde me encuentro puedo verla tumbada ante el sol y con el fin
próximo. Sabe que su trayectoria será corta, solo un paseo hasta el borde de su
terraza. Yo le conté todo antes de desarrollarme en su mundo, control total, huida
de los principios básicos de libertad. El camino lo hace una y otra vez sin
descanso, esperando en alguna oportunidad encontrar la salida a ese círculo
cerrado. Huir del propio destino, camino prescrito por otro en su lugar. Los
cálidos pelos rojizos cayendo por su hombro.
Verónica espera tumbada su pronto levantamiento, conforme con el signo que la
invitará a ello, no puede ser de otra forma ya que sus movimientos están siendo
calculados por mi cada segundo. Ajena a la mirada del otro ella mueve sus
piernas, tan hermosas. El fin espera para recogerla en su manto de olvido,
porque ella a pesar de todos sus esfuerzos por ser normal sabe que cada vez que
levanta es para caer en el fin. Por eso lo teme, porque lo conoce y recuerda su
poder. Los pechos erguidos y ella mirando al frente. Zas! Desintegración nuclear.
No dudo que para ella soy un dios, todo lo veo, y traspaso el límite de repetición
con mi poder, recuerdo cada momento y lo controlo desde mi posición, pero
vengo de un tiempo en el cual mi poder solo era un juego, en el juego de la
búsqueda. Al fin he encontrado mi punto clave con Verónica junto a mi, volver
aunque sea con el solo recuerdo a la historia por la que corrí me duele, como
debe dolerle a ella ser casi solo un maniquí sin voluntad.
Desde lo imposible de comunicar se defienden las formas de corrección
clausuradas. El sistema se defiende de emisarios desnudos, sin diálogo. Los
huesos anulan interferencias. Gigantes y colosos se enfrentan a un descuidado
número. Los hilos narrativos desaparecen, caemos en el interior de un tema
concreto. Somos aventureros dentro del texto. Igual a cero en condiciones
normales. La narración acabará con una conclusión poco narrativa. Nuestro
objetivo es encontrarnos en las palabras. Vulgar.
El pulgar se levanta para pedir un viaje en coche. La historia comienza, pero la
dejamos al empezar. Vagos informes acerca del estado de las carreteras. Dejamos
de confiar en el automóvil y nos subimos al tren de la repugnancia. Elegimos la
repugnancia como idea clave que guíe nuestro desarrollo dentro de la línea. Lo
repugnante de escribir un tratado especulativo. La especulación parece que nos
identifica en común unión. Somos alguien en ese terreno de nadie. Nada nos
impide creernos muchos en vez de uno, o viceversa.
Esta es la primera página...del pdf ,iré publicandolas poco a poco...o el resto.
ResponderEliminarMe gusta la historia....esperare la continuacion
EliminarLa he publicado en páginas. "1( continuación)" esta disponible. Del pdf a Word porque no me dejaba copiarlo todo, son 222 páginas.
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